Una nueva ola de violencia étnica ha estallado en el sur de Siria, específicamente en la provincia de Sweida, donde se han registrado enfrentamientos armados entre miembros de la comunidad drusa y grupos beduinos. El conflicto, que ha dejado muertos y heridos, pone en evidencia la fragilidad del tejido social en una región que ha sido, en gran parte, ajena a los combates directos durante la guerra civil siria.
Según reportes locales y de AP, la violencia se desató tras un altercado relacionado con el robo de ganado. Sin embargo, líderes comunitarios afirman que el trasfondo del conflicto es mucho más profundo, alimentado por años de tensiones interétnicas, pobreza, falta de seguridad y abandono por parte del Estado sirio.
Los drusos, que han mantenido una postura de neutralidad frente al régimen de Bashar al-Assad, y los beduinos, algunos de los cuales han sido vinculados a redes delictivas o incluso al Estado Islámico en el pasado, ahora se enfrentan en una espiral de violencia que amenaza con desestabilizar aún más la zona.
¿Podría este conflicto escalar a una nueva guerra civil local?
No se descarta. Aunque líderes comunitarios y religiosos intentan mediar, la ausencia de instituciones estatales efectivas y el resentimiento acumulado podrían llevar a una escalada prolongada.
La región, golpeada por el deterioro económico y la falta de justicia, se encuentra en un punto crítico, mientras los residentes claman por paz y protección.
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