Irlanda ha comenzado los trabajos formales de excavación en Tuam, condado de Galway, Irlanda, con el objetivo de recuperar los restos de 796 bebés y niños presuntamente enterrados en una fosa común en el terreno de un antiguo “Mother and Baby Home” gestionado por la congregación Bon Secours entre 1925 y 1961.
La iniciativa, liderada por Daniel MacSweeney y un equipo internacional de arqueólogos, antropólogos forenses y especialistas en escenas del crimen, se espera que dure cerca de dos años. Por el momento se han instalado vallas metálicas de control perimetral en el sitio, ubicado hoy dentro de una urbanización, y se desarrollan tareas previas a la excavación propiamente dicha.
Este esfuerzo se enmarca en una respuesta tardía al trabajo iniciado por la historiadora local Catherine Corless, quien en 2014 descubrió registros de defunción para 796 niños del hogar, mientras que solo dos enterramientos estaban registrados oficialmente. Sus hallazgos provocaron una investigación estatal en 2015 y un reporte final publicado en 2020, al que en 2021 siguió una disculpa oficial del gobierno irlandés y una petición de justicia para las víctimas.
La fosa común fue identificada originalmente en 2017 durante excavaciones iniciales que confirmaron que los restos estaban enterrados en un antiguo tanque séptico reconvertido en cámaras funerarias. Los huesos corresponden a fetos de unas 35 semanas y menores de hasta tres años, muchos afectados por enfermedades como tuberculosis, gastroenteritis y desnutrición.
¿Qué se espera lograr con esta exhumación?
El objetivo principal es identificar genéticamente los restos cuando sea posible, devolviendo dignidad a las familias afectadas y proporcionando un entierro adecuado a los niños. Las personas que puedan ser identificadas recibirán sus restos, mientras que los demás serán enterrados con respeto en un memorial preparado para ello.
Este esfuerzo representa un paso significativo en el reconocimiento oficial de los abusos sistemáticos cometidos en instituciones religiosas de Irlanda, que cobijaron a miles de madres solteras y niños durante décadas, y donde se estima que más de 9 000 menores murieron en centros similares en todo el país.
Esta exhumación no solo responde a una demanda histórica de justicia, sino que también abre un capítulo de reparación simbólica y legal, devolviendo voz a quienes en silencio vivieron y murieron en condiciones de invisibilidad y estigma.
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