El Real Madrid vivió uno de sus momentos más duros en el actual Mundial de Clubes:
Una contundente derrota por 4‑0 ante el Paris Saint‑Germain, que no solamente lo elimina del torneo, sino que además siembra dudas profundas sobre su estado futbolístico y táctico. El partido, disputado en el MetLife Stadium en Nueva Jersey, fue un auténtico baño: desde los primeros minutos, los errores defensivos de Marco Asensio y Antonio Rüdiger facilitaron los ataques de un PSG letal. Fabián Ruiz perforó la portería madrileña dos veces (minutos 6 y 24), seguido de un gol de Ousmane Dembélé (min. 9) y el cierre definitivo de Gonçalo Ramos en el 87.
Con más del 75 % de posesión en la primera mitad, el PSG irrumpió con una claridad táctica que el Madrid no supo igualar. Las críticas no tardaron en llegar: la prensa española calificó el rendimiento como un “suicidio colectivo” y exigió respuestas urgentes al entrenador Xabi Alonso. Incluso Thibaut Courtois asumió la responsabilidad en rueda de prensa, pidiendo disculpas a la afición merengue por el “partido lamentable”.
A pesar del estrepitoso batacazo, hay un elemento que amortigua en parte el golpe: económicamente, el club no pierde. Hasta semifinales, el Real Madrid ya ha ingresado entre 70 y 85 millones de euros por su paso en la competición. Una cifra astronómica que convierte el fracaso deportivo en un alivio para las arcas blancas, aunque no para su orgullo.
¿Qué lecciones debe extraer el Real Madrid de esta derrota?
Primero, el equipo evidenció una falta de cohesión y desgaste físico palpable frente a un PSG que desplegó vigor y claridad táctica. Las dudas sobre la alineación, especialmente en defensa, y la ausencia de reacción colectiva necesitan ser abordadas con urgencia. En segundo lugar, esta debacle ofrece un momento de redefinición: Xabi Alonso debe ajustar su sistema para recuperar solidez en el eje central y elevados niveles de presión.
Finalmente, queda un mensaje claro: el dinero no lo es todo. La competición ofrece un gran premio económico, pero en el césped la supremacía sigue en juego. La verdadera ganancia será si el Madrid convierte esta bofetada en la motivación para reconstruirse y volver más fuerte.
En resumen, el Madrid puede haber ganado en lo económico, pero ha perdido fuelle en lo emocional y futbolístico. Para seguir siendo un gigante, necesita reaccionar inmediatamente. El campeonato puede esperar, pero el orgullo no.
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