Las exportaciones de China crecieron un 4,8% interanual en mayo, según datos oficiales difundidos este lunes, una cifra que decepcionó al mercado al quedar por debajo del 6% previsto por los analistas y lejos del 8,1% registrado en abril. El dato refleja una desaceleración en el ritmo de ventas al exterior, justo horas antes de una nueva ronda de negociaciones comerciales entre Beijing y Washington, prevista en Londres.
Las importaciones, por su parte, retrocedieron un 3,4% interanual, lo que aumenta la presión sobre la segunda economía del mundo. A pesar del freno en las compras, el superávit comercial del país asiático alcanzó los 103.200 millones de dólares.
El comercio bilateral con Estados Unidos muestra señales más preocupantes: las exportaciones chinas al mercado estadounidense se desplomaron un 34,5% respecto al año anterior, hasta los 28.819 millones de dólares. Es una caída aún más profunda que el descenso del 21% registrado en abril. Las importaciones procedentes de EE.UU. también bajaron, un 18%, tras haber caído un 13,8% el mes anterior.
Esta contracción comercial se da en un contexto de persistentes tensiones bilaterales que van más allá de los aranceles, e incluyen disputas por el acceso a semiconductores, minerales estratégicos y restricciones académicas impuestas a estudiantes chinos en universidades estadounidenses.
Sin embargo, no todo es pesimismo para el comercio exterior chino. Las exportaciones al sudeste asiático crecieron un sólido 14,8% interanual, mientras que los envíos a la Unión Europea aumentaron un 12%, lo que aportó algo de oxígeno. “La aceleración hacia otros mercados ha amortiguado parcialmente el impacto de la guerra comercial”, explicó Lynn Song, economista jefe para la Gran China en ING.
El freno exportador respecto a abril también se explica por un fenómeno puntual: muchas empresas adelantaron pedidos para esquivar los aranceles que finalmente fueron suspendidos tras el acuerdo alcanzado en Ginebra. Ese pacto estableció una tregua de 90 días sin nuevas subidas arancelarias.
A los desafíos externos se suman las señales de debilidad internas. El índice de precios al consumidor bajó un 0,1% en mayo, encadenando su cuarto mes consecutivo en negativo. La caída se atribuye principalmente a menores precios de los alimentos, lo que refleja una débil demanda doméstica.
Más preocupante aún es el retroceso del 3,3% interanual en el índice de precios al productor, el peor dato en casi dos años. Esto sugiere que los fabricantes chinos no sólo enfrentan una caída en sus ingresos, sino que tienen escaso margen para trasladar sus costos al consumidor.
En este clima de incertidumbre, delegaciones de alto nivel de China y Estados Unidos se reúnen este lunes en Londres con el objetivo de mantener viva la tregua comercial acordada el mes pasado en Suiza. Por parte de EE.UU., la delegación está liderada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el representante comercial Jamieson Greer. En representación de China participa nuevamente el viceprimer ministro He Lifeng.
“El encuentro debería ir muy bien”, aseguró el presidente Donald Trump en su red social Truth Social. Desde la Casa Blanca, la portavoz Karoline Leavitt declaró a Fox News que Washington espera que China “cumpla con su parte” del acuerdo alcanzado en Ginebra.
Ese acuerdo estipuló una rebaja temporal de los aranceles: del 145% al 30% para las exportaciones chinas a EE.UU., y del 125% al 10% para los productos estadounidenses en China, con una duración inicial de 90 días. Sin embargo, desde Washington acusan a Beijing de no haber cumplido íntegramente lo pactado.
Beijing, por su parte, ha llamado a “corregir el rumbo del gran barco de las relaciones chino-estadounidenses”, según informaron medios estatales tras una reciente conversación telefónica entre los presidentes Xi Jinping y Donald Trump.
Aunque el Reino Unido actúa como anfitrión del encuentro, ha optado por mantenerse neutral. Un portavoz del gobierno británico sostuvo que “una guerra comercial no beneficia a nadie” y expresó su apoyo a las negociaciones.
Uno de los temas más delicados sobre la mesa será el comercio de tierras raras, minerales clave para la producción de baterías de vehículos eléctricos y dispositivos tecnológicos. China exportó 5.865 toneladas de estos materiales en mayo, una cifra superior a la de abril, pero aún por debajo del mismo mes del año pasado.
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