El régimen de Corea del Norte logró reflotar y amarrar en el puerto de Chongjin su nuevo destructor, tras el bochornoso incidente ocurrido a fines de mayo, cuando la nave se hundió parcialmente durante una ceremonia de botadura. El fallido lanzamiento desató una furiosa reacción del líder Kim Jong-un, quien calificó el episodio como un “acto criminal” y ordenó castigos ejemplares, además de exigir la reparación completa del buque antes de un congreso partidario clave.
La agencia oficial KCNA fue la encargada de difundir la noticia, aunque las imágenes satelitales verificadas por el sitio especializado 38North, junto con evaluaciones del ejército surcoreano, confirmaron que el barco fue enderezado y se encuentra nuevamente en posición vertical dentro del puerto.
Según fuentes militares surcoreanas, el destructor será trasladado próximamente al astillero del puerto de Rajin, donde se llevarán a cabo tareas de reparación que podrían extenderse entre una semana y diez días. Técnicos alineados con el régimen ya analizan el casco para evaluar el alcance de los daños.
La propaganda oficial asegura que el “restablecimiento perfecto” del buque debe concretarse sin margen de error antes de la próxima cita política del régimen. Así lo enfatizó Jo Chun Ryong, alto dirigente del Partido de los Trabajadores, quien dejó en claro que se trata de una orden directa del propio Kim.
El incidente dejó al descubierto no solo graves deficiencias técnicas en la industria militar norcoreana, sino también las brutales consecuencias que enfrentan quienes fallan bajo el régimen. Medios estatales confirmaron la detención de al menos cuatro funcionarios, incluido el vicedirector del Departamento de Industria de Municiones del Partido, acusados de cometer un “acto criminal imperdonable” y expuestos a penas extremas.
Desde Seúl, el portavoz del Estado Mayor Conjunto, Lee Sung Joon, informó que Corea del Norte “enderezó el barco esta semana y estaría realizando tareas de drenaje y evaluación de daños”. Agregó que la duración de las reparaciones dependerá del estado de partes clave, como la quilla, vital para la estabilidad estructural de la nave.
Este es el segundo destructor conocido de Corea del Norte. El primero fue presentado en abril en el puerto de Nampo, durante una exhibición que incluyó pruebas de misiles supervisadas por Kim. Se trata de embarcaciones con capacidad nuclear, diseñadas para lanzar misiles balísticos y de crucero, además de contar con sistemas antiaéreos y antibuque.
Aunque la marina norcoreana está tecnológicamente rezagada frente a sus rivales, Pyongyang busca con desesperación modernizar su flota naval para reforzar su capacidad de disuasión y ampliar su poder ofensivo.
Expertos en defensa de Corea del Sur sostienen que el nuevo destructor habría sido construido con apoyo técnico de Rusia, en el marco del fortalecimiento de la cooperación militar entre ambos países desde la invasión rusa a Ucrania. A cambio del suministro de proyectiles, misiles balísticos e incluso posible personal militar, el régimen de Kim estaría recibiendo transferencias tecnológicas que podrían potenciar aún más su amenaza regional.
Mientras reprime con mano de hierro a su población y mantiene a millones de ciudadanos en condiciones de extrema pobreza, Kim Jong-un continúa justificando su programa armamentístico en la supuesta amenaza que representan Estados Unidos y Corea del Sur. Su próximo objetivo: desarrollar un submarino nuclear operativo, como parte del ambicioso plan de militarización del régimen.
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