Con una participación ciudadana estimada entre el 12.57% y el 13.32% del padrón electoral, México celebró este 1 de junio una jornada electoral inédita: por primera vez, la ciudadanía fue convocada a las urnas para renovar el Poder Judicial.
Impulsada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador y respaldada por la actual mandataria, Claudia Sheinbaum, la elección transcurrió en medio de discursos triunfalistas del gobierno, expresiones de rechazo popular, incidentes de violencia y una fuerte dosis de escepticismo reflejada incluso en las boletas.
Para las autoridades, se trató de una “jornada histórica”. Para miles de ciudadanos inconformes, una “farsa”. Las casillas funcionaron no solo como centros de votación, sino también como escenarios de protesta simbólica. En distintos puntos del país, se reportaron hechos violentos, baja participación y movilizaciones ciudadanas.
Desde temprano, el proceso se vio empañado por irregularidades. En Chiapas, la presidenta del Instituto Nacional Electoral (INE), Guadalupe Taddei, confirmó el robo de 25 paquetes electorales ocurrido el viernes 31 de mayo. Según el consejero Jorge Montaño, al menos 16 casillas no pudieron instalarse. En el distrito 05 de San Cristóbal de las Casas, algunas boletas fueron devueltas ya manipuladas, lo que invalidó su uso.
Situaciones similares se reportaron en Sinaloa. En Culiacán, ciudadanos y presuntos funcionarios de casilla denunciaron la llegada de boletas previamente marcadas y votantes que portaban “acordeones”, generando sospechas de inducción al voto. En redes sociales, también circularon imágenes de urnas vacías, reflejo de la escasa afluencia en varias regiones.
El miedo también tuvo lugar. En Ciudad Juárez, Chihuahua, autoridades localizaron hieleras con cabezas, patas y orejas de cerdo, acompañadas de cartulinas con amenazas: “Si votan van a tener consecuencias”. Uno de los mensajes fue hallado frente a una escuela primaria, y otros en colonias populares como Ribera del Bravo y Héroes de la Revolución. Aunque no fueron firmados, los mensajes fueron interpretados como advertencias directas a los votantes.
En Veracruz, donde además se renovaron 212 ayuntamientos, se vivieron episodios de violencia política. La noche previa a la elección, Estela Sánchez, coordinadora de campaña de la candidata de Movimiento Ciudadano (MC) a la alcaldía de Veracruz, Belem Palmeros, fue atacada por hombres armados en su casa. Su esposo y otra persona resultaron heridos. La familia había recibido amenazas previas, incluyendo fotografías de su domicilio.
También en ese estado se denunció el asalto a una funcionaria electoral, cuyo móvil no se ha esclarecido. El dirigente estatal del PAN, Federico Salomón Molina, señaló la presencia de hombres armados en el municipio de Lerdo de Tejada. El Organismo Público Local Electoral (OPLE) reportó que al menos seis casillas suspendieron la votación —dos de ellas por hechos violentos— y cinco fueron reubicadas debido a diversas anomalías, entre ellas la presencia de propaganda dentro de los centros de votación.
Aunque el índice de abstención fue elevado, miles de personas decidieron participar anulando su voto de forma deliberada. Las boletas se convirtieron en lienzos de protesta: escritas a mano, muchas expresaban indignación, ironía o tristeza. Frases como “RIP al Poder Judicial”, “Esta reforma no es del pueblo, es de Morena” y “La justicia no debe ser política” se viralizaron en redes sociales. También aparecieron mensajes solidarios con causas sociales: “Mi voto va para las personas desaparecidas y las madres buscadoras”. Otros dejaron ver frustración: “Con odio y tristeza” o “Lo siento por los funcionarios del INE que están contando esta chingadera”.
En la Ciudad de México, la protesta también se trasladó a las calles. Cientos de personas marcharon por el Paseo de la Reforma en lo que denominaron “Marcha por la Libertad” o “Domingo Negro”. Desde el Ángel de la Independencia hasta el Monumento a la Revolución, los manifestantes corearon consignas como “El pueblo se alza en contra de esta farsa” y “Juez votado, corrupto asegurado”.
El dato más contundente del día fue la baja participación. Según cifras del INE, apenas entre el 12.57% y el 13.32% de los cerca de 100 millones de ciudadanos inscritos en el padrón electoral acudieron a votar. Guadalupe Taddei explicó que la estimación se basó en una muestra representativa de casillas y tenía como objetivo ofrecer una lectura inmediata del involucramiento ciudadano.
La cifra es casi una quinta parte del nivel de participación registrado en la elección presidencial de 2024, cuando más de 60 millones de mexicanos acudieron a las urnas. Aun así, tanto el gobierno federal como el INE insistieron en que esta elección judicial no requería un mínimo de votos para ser válida.
En el fondo, lo que emergió fue una polarización evidente. Mientras el oficialismo celebró una jornada “democrática e histórica”, una parte significativa de la ciudadanía optó por el silencio, la abstención o la protesta. Las boletas, las calles y las redes sociales hablaron, pero no al unísono.
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