Economía

¿Un iPhone hecho en EE. UU.? Un costoso sueño americano o una meta alcanzable

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La idea de fabricar un iPhone en territorio estadounidense puede sonar como un ambicioso sueño americano, pero llevarlo a cabo implicaría sortear una serie de obstáculos logísticos, financieros y técnicos.

Durante años, la propuesta de “repatriar” la producción de productos electrónicos emblemáticos como el iPhone ha estado sobre la mesa, especialmente en el marco de las políticas comerciales impulsadas por el presidente Donald Trump. Sin embargo, expertos coinciden en que esta meta enfrenta serias limitaciones estructurales.

De acuerdo con un informe de The Wall Street Journal, el intento de producir un iPhone en Estados Unidos se toparía con desafíos importantes: desde la falta de infraestructura industrial adecuada hasta la escasez de mano de obra especializada.

Fabricar un iPhone no es una tarea sencilla. Este dispositivo, el buque insignia de Apple, está compuesto por piezas de alta complejidad que provienen de más de 40 países. Gary Gereffi, profesor emérito de la Universidad de Duke y especialista en manufactura, explica que muchos de estos componentes se fabrican en países cercanos a China, como Taiwán, Corea del Sur y Japón.

China, tras décadas de desarrollo industrial, se ha consolidado como el centro global de producción electrónica. Para replicar este ecosistema en Estados Unidos, sería necesario reconstruir casi por completo la cadena de suministro. Esto incluiría trasladar la producción de componentes clave a América del Norte y asegurar que socios como México y Canadá puedan suplir materiales y piezas esenciales.

Si bien la administración Trump promovió el retorno de la manufactura tecnológica al país, la realidad es que EE. UU. no cuenta hoy con las capacidades necesarias para asumir una tarea de tal magnitud. Fábricas como las asiáticas, especializadas en componentes de alta tecnología, simplemente no existen a gran escala en suelo estadounidense.

A esto se suma otro factor determinante: la infraestructura local. A pesar de su liderazgo en innovación, Estados Unidos carece de instalaciones comparables a las de China para la producción masiva de electrónicos. El ensamblaje de un iPhone requiere maquinaria de alta precisión y personal con habilidades muy específicas, elementos que escasean en el entorno industrial estadounidense.

Este déficit está íntimamente ligado a la falta de mano de obra calificada. China moviliza a cientos de miles de trabajadores en fábricas especializadas en el ensamblaje del iPhone. Se trata de operarios entrenados en procesos sumamente detallados. En contraste, EE. UU. enfrenta una escasez estructural de trabajadores industriales con ese nivel de especialización.

El profesor Tinglong Dai, de la Universidad Johns Hopkins y experto en cadenas de suministro, advierte que esta falta de personal capacitado es uno de los principales retos que enfrenta la industria manufacturera estadounidense. Incluso con la automatización, hay tareas críticas —como la instalación de cables, el uso de adhesivos o el montaje de piezas diminutas— que aún requieren intervención humana.

Además del reto técnico, está el económico. Fabricar un iPhone en Estados Unidos tendría un costo considerable. Habría que invertir en nuevas fábricas, equipos de última generación y, sobre todo, pagar salarios significativamente más altos que en Asia. Según Jeff Fieldhack, analista del sector manufacturero, producir en EE. UU. podría ser entre cuatro y cinco veces más caro que en China, debido al costo laboral, los insumos y la ausencia de economías de escala.

Para Apple, cuyos márgenes de beneficio ya son ajustados en ciertos modelos, estos costos adicionales pondrían en entredicho la viabilidad financiera de la producción nacional. Aunque Trump llegó a sugerir grandes inversiones de Apple en el país, diversos analistas coinciden en que fabricar un iPhone competitivo en EE. UU. exigiría aumentar sustancialmente su precio final, algo que podría impactar negativamente en la demanda.

En el corto plazo, un cambio completo de la producción hacia Estados Unidos parece improbable. No obstante, sí se vislumbran algunos pasos intermedios. La fabricación de ciertos componentes —como chips o piezas menos complejas— podría migrar al país en los próximos años, particularmente en regiones con mayor desarrollo industrial, como Arizona, donde compañías como TSMC ya están invirtiendo en plantas de semiconductores.

Aun así, la idea de producir un iPhone completamente en Estados Unidos, desde el ensamblaje hasta la fabricación de cada componente sofisticado, continúa siendo una aspiración lejana. Las limitaciones en infraestructura, costos y fuerza laboral especializada siguen siendo barreras difíciles de superar. Y aunque se logre una producción parcial, los precios probablemente se verían afectados, con consecuencias directas en el mercado.

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Jhon Soto

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