Las Bolsas intentan digerir el giro proteccionista de EE. UU., mientras las represalias anunciadas por China refuerzan el temor a una guerra comercial global con riesgo de recesión. Aunque los nuevos aranceles aún no entran en vigor y se prevén duras negociaciones, los inversores han activado el “modo pánico” de forma preventiva. Tras la peor sesión en cinco años en Wall Street el jueves, las pérdidas se han ampliado el viernes, acumulando un desplome superior al 10% en solo dos días. El S&P 500 cayó un 6%, el Nasdaq un 5,82% y el Dow Jones un 5,5%.
Las declaraciones del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, han añadido tensión: advirtió que los efectos económicos de los aranceles serían “significativamente mayores” de lo previsto, con consecuencias directas en menor crecimiento y mayor inflación.
La volatilidad se ha disparado y ningún mercado ha salido indemne. El Ibex 35, que el jueves logró esquivar los peores descensos, cerró el viernes con una caída del 5,83%, en línea con momentos tan críticos como la pandemia, el Brexit o la quiebra de Lehman Brothers. En Europa, el pesimismo se contagia: el Dax alemán cedió un 4,65%, el Euro Stoxx 50 un 4,6%, el Cac francés un 4,3% y el FTSE británico un 5%. Los índices con fuerte peso bancario, como el Mib italiano (-6,53%) y el Ibex 35, fueron los más afectados. El sector financiero europeo se desplomó un 8,4% tras haber sostenido el mercado español el día anterior.
La sacudida alcanzó también a materias primas, divisas y deuda. A medida que los inversores vendían acciones, se refugiaban en activos más seguros como el oro o los bonos. El petróleo Brent cayó hasta los 65,58 dólares, su nivel más bajo desde abril de 2021. El euro, por su parte, se mantuvo estable alrededor de los 1,09 dólares.
En el Ibex, ningún valor escapó a las pérdidas, y la banca fue la más castigada. Entidades que venían de un arranque de año excepcional, con récord de beneficios y dividendos al alza, se vieron golpeadas por las expectativas de menor crecimiento y nuevas bajadas de tipos, que afectan directamente a sus márgenes. El Sabadell perdió un 10,97%, BBVA un 9,37%, Santander un 8,77%, Unicaja un 10,56%, CaixaBank un 10,3% y Bankinter un 9,31%.
Bank of America llamó a la calma, recomendando reducir exposición a sectores cíclicos como el financiero. Pero los inversores optaron por vender primero y preguntar después. Incluso compañías defensivas con rentabilidad por dividendo, como Redeia (-2,39%), Enagás (-2,56%) e Iberdrola (-3,57%), sufrieron recortes.
UBS calificó los aranceles de “mucho peores de lo esperado”, aunque considera que la reacción de los mercados ha sido desproporcionada. Señalan que el rumbo dependerá de si las medidas son ideológicas o herramientas de negociación. Aún hay margen, dicen, para suavizar las tarifas, ya que los socios comerciales también tienen cartas en la mano: desde la tenencia extranjera del 24% de la deuda pública de EE. UU. hasta el dominio chino sobre las tierras raras y la posibilidad de configurar bloques comerciales alternativos. No obstante, advierten que si los aranceles responden a una visión ideológica, el escenario podría volverse mucho más adverso.
Mientras tanto, las firmas de análisis comienzan a ajustar sus previsiones. Generali Investment reduce su estimación de crecimiento del PIB de EE. UU. al 1,5%, por debajo del 1,7% proyectado por la Fed. La temida palabra “estanflación” —bajo crecimiento con alta inflación— vuelve a sonar con fuerza.
Ni siquiera los sólidos datos de empleo de marzo logran calmar los ánimos. EE. UU. generó 228.000 puestos de trabajo, por encima de lo esperado, pero la incertidumbre frena las perspectivas positivas. Desde ING señalan que muchas empresas aún deben adaptarse al nuevo entorno antes de tomar decisiones laborales.
Mark Haefele, director de inversiones de UBS Global WM, advierte que la desaceleración no será exclusiva de EE. UU.: Europa también sufrirá. La inflación en la eurozona continúa moderándose (2,2% en marzo), lo que da margen al BCE para seguir recortando tipos. Según Citi, incluso con más gasto fiscal en camino, el banco central debería revisar sus previsiones a la baja y continuar con su política de relajación monetaria.
El éxodo de capitales hacia la deuda ha hecho caer las rentabilidades: el bono estadounidense a 10 años bajó del 4% y el alemán se acercó al 2,58%, niveles no vistos desde antes del plan fiscal alemán. El oro, pese a una leve corrección del 2,4%, sigue por encima de los 3.000 dólares.
El petróleo también refleja las preocupaciones económicas: el aumento de la producción de la OPEP+ y el temor a un frenazo global hundieron el Brent un 5,9% hasta mínimos de abril de 2021. “Si los aranceles se mantienen, podríamos ver una recesión en el segundo o tercer trimestre, además de un mercado bajista”, advierte David Bahnsen, director de inversiones de The Bahnsen Group.
El anuncio de Trump, presentado como una medida de “liberación” económica, ha detonado una tormenta financiera de proporciones históricas. Lo que parecía una estrategia comercial puntual podría estar marcando un cambio de era en la economía global. Los analistas recomiendan paciencia, ya que se avecinan meses intensos de negociación para evitar una caída mayor. Pero los mercados, de momento, ya han hablado… y lo han hecho con ventas masivas.
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