La organización detrás de LibreOffice ha lanzado duras críticas contra Microsoft, acusándola de diseñar sus formatos de archivo de manera «intencionadamente compleja» con el fin de dificultar la interoperabilidad y asegurar que los usuarios permanezcan dentro del ecosistema de Microsoft 365 (antes conocido como Office).
La denuncia llega en un contexto de creciente tensión entre la comunidad de software libre y el gigante tecnológico de Redmond, especialmente tras los recientes esfuerzos de Microsoft por impulsar la migración de usuarios desde Windows 10 hacia Windows 11, incluso sugiriendo el reemplazo de equipos antiguos por nuevos.
En el centro de la controversia está el formato Office Open XML (OOXML), utilizado por Microsoft para documentos de texto (.docx) y hojas de cálculo (.xlsx). Según LibreOffice, este formato —basado en XML— ha sido diseñado con una complejidad innecesaria que obstaculiza su implementación por parte de otras plataformas, creando barreras técnicas que refuerzan la dependencia del software propietario.
«XML debería actuar como un puente entre aplicaciones, facilitando el intercambio de información. Pero Microsoft lo ha convertido en una muralla técnica», advierte LibreOffice en un comunicado.
XML, o eXtensible Markup Language, es un lenguaje que permite organizar la información de manera comprensible tanto para humanos como para máquinas. En combinación con los archivos XSD (esquemas XML), define cómo deben estructurarse los datos. Sin embargo, según LibreOffice, Microsoft estaría utilizando estas herramientas de forma opuesta a su propósito original.
«OOXML no está diseñado para fomentar la interoperabilidad, sino para impedirla», señalan. «Incluye estructuras profundamente anidadas, nombres poco intuitivos y una cantidad excesiva de elementos opcionales, lo que convierte su implementación en una pesadilla para cualquier desarrollador que no trabaje en Microsoft».
LibreOffice, que promueve el uso de formatos abiertos como OpenDocument (ODF), denuncia que esta estrategia mina la soberanía digital de los usuarios y refuerza un ecosistema cerrado. En palabras de Neowin, que también ha cubierto la polémica, se trata de una situación comparable a una red ferroviaria pública, pero con un sistema de control tan enrevesado que nadie más puede operar trenes en ella. «Los usuarios viajan sin saber que están atrapados», resume el medio.
Este nuevo capítulo en la histórica rivalidad entre software libre y propietario vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre estándares abiertos, libertad tecnológica y el verdadero significado de la interoperabilidad en la era digital.
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