Las defensas antiaéreas de Ucrania atraviesan uno de sus momentos más críticos desde el inicio de la invasión rusa, ante una creciente oleada de ataques con drones que están superando los sistemas de protección a un ritmo sin precedentes. Así lo advierte un análisis del Financial Times basado en datos oficiales.
Los drones Shahed —de diseño iraní pero fabricados ahora en suelo ruso— están siendo utilizados en ataques coordinados bajo tácticas de “enjambre”, lo que ha multiplicado por tres la tasa de impacto exitoso en los últimos meses. Entre abril y junio, aproximadamente un 15 % de estos artefactos lograron atravesar las defensas ucranianas, en comparación con el 5 % registrado en el trimestre anterior, según cifras de la Fuerza Aérea de Ucrania citadas por el medio británico.
La intensidad de los ataques también ha aumentado de forma drástica. Durante el pasado fin de semana, Rusia lanzó 426 drones Shahed en una sola operación nocturna, que se prolongó hasta la madrugada del lunes, según informaron fuentes militares ucranianas.
“El problema no es que las defensas estén fallando, sino que los drones vuelan ahora a mayores altitudes y emplean tácticas más sofisticadas”, explicó Yasir Atalan, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, al Financial Times. “Eso los hace mucho más difíciles de neutralizar”.
Moscú ha perfeccionado sus estrategias con una sorprendente capacidad de adaptación, modificando los Shahed para mejorar su velocidad y maniobrabilidad, al tiempo que los hace menos vulnerables a las tradicionales ametralladoras montadas en camiones utilizadas por Ucrania. Estas versiones adaptadas, bautizadas como “Geran” —en referencia a la flor geranio, siguiendo la tradición soviética de nombrar su armamento con plantas— incluyen variantes avanzadas como la Geran-3, que incorpora un motor turbo capaz de alcanzar velocidades de hasta 800 km/h en picada. Esta versión ha sido usada recientemente en ataques sobre Kiev.
El aumento en la producción nacional de estos drones ha permitido a Rusia ejecutar ofensivas masivas. El pasado 9 de julio se reportó un récord con el despliegue de 728 drones —entre Shaheds y señuelos—, junto a siete misiles de crucero Iskander y seis misiles balísticos Kinzhal lanzados desde aeronaves.
“El volumen de los ataques está diseñado para saturar nuestras defensas, incrementando así las probabilidades de impacto”, añadió Atalan.
Otra tendencia que preocupa a los expertos es el cambio en la estrategia de ataque. “En lugar de dispersar 500 drones por todo el país, ahora se concentran en una o dos ciudades por operación”, explicó Oleksandr Matviienko, especialista en drones de la publicación Counteroffensive Pro.
Para hacer frente a esta amenaza, Ucrania emplea una combinación de tecnologías: guerra electrónica para bloquear el GPS de los drones, sistemas antiaéreos tradicionales y armas modernas como el Oerlikon Skynex, desarrollado por la alemana Rheinmetall.
Pese a la intensidad del último ataque, las defensas ucranianas mostraron cierta mejora: solo el 5,4 % de los más de 400 drones lanzados lograron alcanzar sus objetivos, una tasa inferior al promedio reciente.
En respuesta, el presidente Volodímir Zelensky anunció el 10 de julio que las fuerzas ucranianas ya están derribando “docenas de Shaheds” con drones interceptores de fabricación local. A inicios de mes, también reveló un acuerdo con Eric Schmidt, exdirector ejecutivo de Google y actual CEO de la firma estadounidense Swift Beat, para coproducir cientos de miles de drones, incluidos interceptores, en territorio ucraniano.
Según Matviienko, para que estos interceptores sean realmente eficaces deberán operar a una altitud de al menos 6.000 metros y alcanzar velocidades de 200 km/h, parámetros necesarios para contrarrestar a los rápidos y destructivos Shahed.
Leave a comment