En un escenario donde la inteligencia artificial generativa está transformando la creación y el consumo de contenidos digitales, la industria del videojuego experimenta una revolución silenciosa pero contundente. Hace apenas un año, solo el 1% de los juegos en Steam declaraban utilizar esta tecnología. Hoy, esa cifra ha crecido de forma exponencial, marcando un punto de inflexión en la manera en que se conciben, desarrollan e incluso promocionan los videojuegos.
Un análisis reciente del exdesarrollador de Valve, Ichiro Lambe, basado en datos de la API de Steam, revela que 7.818 títulos lanzados en 2025 han reportado explícitamente el uso de IA generativa en alguna etapa de su desarrollo. Esto representa cerca del 7% del catálogo total de la plataforma —que cuenta con unos 114.000 títulos—, pero lo más significativo es que alrededor del 20% de los nuevos lanzamientos de este año ya incorporan esta tecnología, es decir, uno de cada cinco juegos.
Gracias a la política de transparencia de Steam, que obliga a los desarrolladores a declarar el uso de IA, se sabe que su aplicación va desde la generación automática de personajes, escenarios y objetos hasta la creación de música, voces, textos y traducciones. Algunos estudios incluso emplean modelos de lenguaje para redactar descripciones de ítems, construir narrativas o generar código de forma asistida. La presencia de IA no se limita al desarrollo interno: muchas páginas de producto en Steam están siendo parcialmente redactadas por algoritmos generativos, al igual que los materiales promocionales.
Pero el impacto no se detiene ahí. Cada vez más juegos integran IA generativa como parte del gameplay, ofreciendo experiencias interactivas únicas. Títulos como AI Roguelite o Never Ending Dungeon permiten a los jugadores crear mundos, personajes y situaciones mediante simples comandos de texto. Otros proyectos más ambiciosos, como Akpala o Project Electric Sheep, utilizan modelos lingüísticos para interpretar instrucciones de voz o generar escenarios a partir de los sueños descritos por el jugador. En estos juegos, la IA no solo responde, sino que toma decisiones narrativas, moldea el comportamiento de los NPCs y define el rumbo de la historia en tiempo real.
Uno de los casos más destacados es AI Roguelite, que ha logrado más de 400 reseñas y una puntuación positiva del 82%. El juego ha sido comparado con AI Dungeon por su flexibilidad narrativa y el uso directo de grandes modelos de lenguaje como ChatGPT. Los usuarios celebran su capacidad para generar sorpresas y permitir «cualquier locura», aunque no faltan críticas por ciertos problemas de coherencia típicos de estas herramientas.
La IA también se ha convertido en aliada para moderar comportamientos dentro de los propios juegos. Es el caso de Comedy Night, un título que emula los clásicos clubes de comedia, donde los jugadores improvisan en el escenario. Allí, la inteligencia artificial se emplea para detectar y bloquear contenidos ofensivos, desde nombres inapropiados hasta imágenes o textos subidos por los usuarios.
Sin embargo, el auge de la IA generativa también ha despertado recelos. Parte de la comunidad de jugadores y artistas cuestiona la ética, originalidad y transparencia en el uso de esta tecnología. En respuesta, muchos estudios han empezado a incluir advertencias en sus fichas de producto, asegurando que «todo contenido generado por IA ha sido supervisado y editado por el equipo artístico», o que «la IA se ha utilizado únicamente como herramienta de apoyo». Son intentos por mitigar el rechazo y alinearse con las políticas de divulgación exigidas por Valve.
Aun así, los expertos advierten que la cifra real de juegos que incorporan inteligencia artificial podría ser aún mayor, considerando que apenas se ha llegado a la mitad de 2025. El ritmo de adopción plantea nuevas preguntas sobre la transparencia en el desarrollo y qué criterios deberían establecerse para determinar un uso “significativo” de la IA en la creación de videojuegos.
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