El 8 de julio de 2025, el Gobierno de Alemania tomó una decisión diplomática contundente: convocar al embajador chino en Berlín después de denunciar que un buque de guerra chino apuntó con un láser cegador a un avión de reconocimiento alemán sobre el Mar Rojo. El incidente, ocurrido a principios de julio, implicó un avión operado como parte de la misión europea Aspides, encargada de proteger rutas marítimas frente a las amenazas hutíes. El láser interfirió en un vuelo rutinario, obligando a la aeronave a abortar la misión y aterrizar de manera segura en una base en Yibuti.
Aunque no se reportaron heridos ni daños materiales graves, el Ministerio de Defensa alemán expresó que usar un láser en una operación de este tipo “pone en riesgo a personal y equipo” y calificó la acción como “completamente inaceptable”. La operación Aspides, lanzada en 2024, emplea un avión de plataforma multisensorial operado con tripulantes civiles y militares, y su misión se reanudó tras el incidente.
¿Por qué Alemania considera este ataque con láser tan grave?
El uso de láseres en vuelos de vigilancia no solo puede dañar la visión de la tripulación y los sensores de la aeronave, sino que también perturba gravemente las operaciones de vigilancia y protección marítima. En un contexto donde el sur del Mar Rojo está marcado por amenazas recurrentes, sobre todo de los hutíes, cualquier interferencia de este tipo puede tener consecuencias operacionales y de seguridad muy serias.
La cancillería alemana reaccionó rápidamente, citando al embajador Deng Hongbo para exigir explicaciones. Hasta el momento, Pekín no ha emitido una respuesta oficial al respecto. Este incidente agrava las tensiones en la región, donde China mantiene una presencia militar significativa desde 2017 y ahora se enfrenta a misiones europeas y estadounidenses en un escenario estratégico.
Este caso no es aislado: en 2018, Estados Unidos denunció un ataque láser similar contra uno de sus aviones cerca de una base china en Yibuti, un episodio que China negó. Sin embargo, esta es la primera vez que un país europeo, miembro activo de una misión internacional, sufre un incidente de este tipo, lo que incrementa la preocupación de la Unión Europea por el comportamiento de Pekín en situaciones de seguridad compartida.
El episodio ha elevado el debate sobre la necesidad de reglas claras y respuestas contundentes frente al uso de tácticas electrónicas agresivas y sistemas dirigidos con láser, especialmente en zonas de crisis con múltiples actores estatales y paramilitares involucrados.
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