Las intensas lluvias registradas durante el fin de semana del 4 y 5 de julio en el centro de Texas, Estados Unidos, han dejado un saldo devastador: al menos 82 personas han muerto, entre ellas 28 niños. El epicentro de la tragedia se sitúa en el condado de Kerr, donde el río Guadalupe se desbordó tras recibir entre 12 y 15 pulgadas (30–38 cm) de lluvia en pocas horas. En el histórico Camp Mystic, un campamento cristiano de niñas, 10 menores y una consejera siguen desaparecidas, mientras la cifra de víctimas mortales podría aumentar.
Decenas de comunidades, incluyendo Kerrville, Big Country y Concho Valley, permanecen bajo alertas de inundación, y el gobernador Greg Abbott ha advertido de lluvias adicionales en las próximas 24‑48 horas que podrían agravar la situación. Más de 850 personas han sido rescatadas, muchas de ellas de árboles o tejados, gracias a helicópteros, botes y cuadrillas de rescate.
¿Por qué no se emitieron alertas a tiempo para evitar esta tragedia?
Varias voces han cuestionado la eficacia de los sistemas de alerta temprana de los Estados Unidos. Según el Servicio Meteorológico Nacional y Cruz Roja, se emitieron avisos sobre riesgo de inundaciones repentinas en Texas a primeras horas del viernes, pero algunos expertos consideran que no fueron lo suficientemente anticipados ni contundentes al difundirse. Ante esta situación, se han reabierto debates sobre la inversión federal en la NOAA y mejoras tecnológicas para emitir alertas más rápidas y precisas antes de eventos extremos.
Mientras tanto, el presidente Trump firmó una declaración de emergencia federal y desplegó a FEMA en Texas, comprometiéndose a visitar el área afectada este viernes. Sin embargo, analistas advierten que recortes anteriores a la NOAA podrían haber reducido la capacidad para pronosticar y alertar sobre lluvias intensas. Las labores de búsqueda siguen activas, con equipos aéreos, terrestres y caninos trabajando sin descanso mientras crece la preocupación por nuevas crecidas.
La región enfrenta ahora una fase crítica. Las comunidades requieren no solo rescate inmediato, sino también apoyo psicológico, reconstrucción de infraestructura, y una revisión profunda del sistema de gestión de emergencias y meteorología para prevenir futuras catástrofes.
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