En la noche del viernes 4 de julio, Rusia ejecutó un nuevo ataque masivo contra Ucrania, lanzando 322 drones Shahed de fabricación iraní, según informó este sábado la Fuerza Aérea ucraniana. Este se suma a una creciente ofensiva que parece tener como objetivo desgastar los sistemas defensivos ucranianos mediante saturación aérea.
De los drones lanzados, 292 fueron neutralizados por las fuerzas ucranianas, gracias a una combinación de defensa aérea directa (157 derribados) y sistemas de guerra electrónica que desviaron o inutilizaron otros 135. Las regiones más afectadas fueron Starokonstiantíniv (Jmelnitski), así como otras cinco áreas donde cayeron restos tras los impactos.
Además del ataque con drones, se reportaron 279 ataques con artillería, 14 con lanzacohetes múltiples (MLRS) y 7 incursiones aéreas en Zaporizhzhia, donde se confirmó la muerte de un civil y al menos dos heridos.
¿Está Ucrania logrando resistir esta nueva táctica de saturación con drones?
En parte sí, pero con un alto costo. Aunque la mayoría de los drones fueron interceptados, la intensidad y frecuencia de los ataques rusos están sobrecargando los recursos defensivos ucranianos. El uso de unidades de señuelo por parte de Rusia, drones sin carga explosiva, está dificultando aún más la capacidad de reacción ucraniana, que depende de sistemas costosos y de alta precisión.
Uno de los eventos más preocupantes fue el corte de energía en la central nuclear de Zaporizhzhia, que estuvo desconectada de la red externa por más de tres horas, generando alarma internacional. Aunque no se reportaron daños mayores, el incidente subraya la vulnerabilidad de infraestructuras críticas frente a este tipo de ofensivas.
Este ataque ocurre en un contexto donde, solo en el mes de junio, el país ruso lanzó más de 5.000 drones y 330 misiles, según datos del Ministerio de Defensa de Ucrania. La estrategia parece centrarse en el agotamiento de las defensas ucranianas antes de cualquier ofensiva terrestre futura.
Conclusión:
El ataque con 322 drones marca una escalada en la guerra aérea entre ambos países. Aunque Kyiv logra interceptar la mayoría de las amenazas, el desgaste es evidente. La presión recae ahora en el apoyo internacional y en el desarrollo de nuevas tecnologías que permitan mantener el equilibrio defensivo sin agotar los recursos ucranianos a largo plazo.
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