Una nueva tendencia ha capturado la atención —y la polémica— en Brasil: videos virales protagonizados por muñecos hiperrealistas de bebés, conocidos como reborns, están generando reacciones que van desde la fascinación hasta el debate político.
Influencers brasileños están escenificando escenas cotidianas —como nacimientos simulados y paseos por centros comerciales— con estos muñecos hechos a mano, tan realistas que a menudo confunden a los transeúntes. La fiebre por los reborns ha llegado incluso a las instituciones públicas.
En Río de Janeiro, el concejo municipal aprobó recientemente un proyecto de ley para homenajear a los artesanos que crean estos muñecos. Solo falta la firma del alcalde Eduardo Paes para que entre en vigor. Mientras tanto, en otras partes del país, legisladores discuten medidas más restrictivas, como sanciones para quienes busquen atención médica para estos muñecos, tras la difusión de un video viral que supuestamente mostraba a una mujer llevándolos a un hospital.
La discusión llegó hasta los recintos legislativos. En el estado de Amazonas, el diputado Joao Luiz apareció con un reborn en mano durante una sesión para anunciar una propuesta que prohíba atenderlos en el sistema público de salud. Sin embargo, según medios locales, las autoridades sanitarias no han registrado ningún caso de este tipo.
La polémica ha provocado críticas desde distintos frentes. La diputada federal Talíria Petrone cuestionó la prioridad que se le está dando al tema. “¿Podemos centrarnos en lo que realmente importa? Si alguien quiere tener un muñeco, que lo tenga. Yo tengo dos hijos reales y ya son trabajo suficiente”, declaró.
A pesar del revuelo, la comunidad reborn sigue creciendo. El pasado sábado, decenas de “madres reborn” se reunieron en el Parque Villa-Lobos de São Paulo para celebrar el décimo encuentro anual de aficionados. Las participantes aseguran que el problema no está en la comunidad, sino en los influencers que buscan viralizar contenido a toda costa.
Estos muñecos, que suelen utilizarse como herramienta terapéutica para superar pérdidas o practicar la crianza, también representan un vínculo emocional profundo para muchos. Berenice Maria, asistente de enfermería y coleccionista de ocho reborns, asegura que le brindan consuelo. “Amo a los reborns, pese al odio que hay allá afuera”, dijo. “Quiero tener derecho a salir con ellos… ir al centro comercial, al parque”.
Daniela Baccan, copropietaria de una tienda especializada en Campinas, São Paulo, comentó que los precios oscilan entre los 700 reales (unos 124 dólares) y los 10.000 reales (casi 1.800 dólares). La creciente popularidad también ha traído nuevos retos: “Estamos cerrando con llave con más frecuencia, agregando cámaras. Pero al mismo tiempo, la demanda en línea ha crecido y recibimos cada vez más visitantes”, explicó.
Mientras el debate continúa, los reborns siguen ocupando un lugar inesperado en el centro de la conversación pública brasileña.
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