Al igual que otros componentes del hardware, las fuentes de alimentación no se quedan atrás en la constante evolución tecnológica. Con el paso del tiempo, no solo mejoran en diseño y rendimiento, sino también en los estándares que regulan su funcionamiento. Entre estos, las certificaciones de eficiencia energética —como la reconocida 80 Plus— juegan un papel clave. Hoy, este sello da un paso adelante con la llegada del nuevo estándar 80 Plus Ruby, una certificación que redefine la forma en que medimos el rendimiento de las PSU (Power Supply Units).
La industria informática atraviesa una etapa de transformación profunda. La aparición de nuevas tecnologías más exigentes ha empujado a los fabricantes a renovar sus productos, adaptándolos a un panorama donde el consumo energético se ha vuelto un factor crítico. En este contexto, no solo vemos lanzamientos con mejoras de rendimiento significativas, sino también la necesidad de contar con estándares más precisos que evalúen la verdadera eficiencia del hardware.
Hasta ahora, las certificaciones como 80 Plus y Cybenetics han servido como referencia para identificar de un vistazo qué tan eficiente es una fuente de alimentación. Sin embargo, el estándar 80 Plus presentaba una limitación importante: se centraba únicamente en medir la eficiencia energética bajo diferentes niveles de carga, dejando de lado otros factores relevantes en el rendimiento eléctrico.
El nuevo estándar 80 Plus Ruby llega para cambiar eso. Diseñado inicialmente para el entorno empresarial y servidores, Ruby no solo analiza la eficiencia bajo cargas del 5%, 10%, 20%, 50% y 100%, sino que también incorpora un nuevo parámetro: el factor de potencia. Este concepto evalúa la relación entre la potencia efectiva y la potencia aparente, ofreciendo una visión mucho más completa del comportamiento de la fuente.
Según las especificaciones del nuevo sello Ruby, las fuentes deben alcanzar una eficiencia mínima del 90% y 91% con cargas del 5% y 10% respectivamente, y un factor de potencia de al menos 0,90. En cargas más elevadas —20%, 50% y 100%—, los requisitos son aún más exigentes: 95%, 96,5% y 92% de eficiencia, junto a un factor de potencia mínimo de 0,96.
Aunque de momento esta certificación está reservada para el ámbito profesional, su aparición abre la puerta a una futura adopción en el mercado de consumo general. Incorporar este tipo de estándares en fuentes de alimentación para PC no solo garantizaría un mayor rendimiento, sino que también permitiría a los usuarios conocer de forma más precisa las capacidades reales de estos componentes. Sería un paso necesario y lógico para una industria cada vez más demandante y consciente de la eficiencia energética.
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