Economía

¿Por qué el yuan aún no convence al mundo? Las razones detrás de la preferencia por otras monedas

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En un movimiento que ha generado más incógnitas que certezas, China ha ofrecido un crédito por 9.200 millones de dólares a líderes latinoamericanos reunidos en Beijing. Sin embargo, la propuesta viene con una condición inusual: el préstamo se otorgará en yuanes, no en dólares estadounidenses.

La decisión, revelada por Foreign Policy, ha encendido las alarmas sobre el verdadero interés de los países latinoamericanos en endeudarse en una moneda que aún no ha logrado posicionarse como alternativa global, a diferencia del euro, incluso tras la reciente depreciación del dólar.

Desde hace al menos quince años, China ha apostado por la internacionalización de su moneda. Ha desarrollado mecanismos como el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS), pensado como un competidor de SWIFT, y el mBridge, diseñado para transacciones digitales entre bancos centrales. Aun así, Pekín enfrenta un escollo persistente: no puede forzar la demanda del yuan en los mercados internacionales.

Según un artículo de Henry Tugendhat para Foreign Policy, el porcentaje de préstamos chinos emitidos en yuanes ha pasado del 15% en 2021 al 40% en 2024, en gran parte concentrado en Asia. Esto sugiere que América Latina podría ser el próximo objetivo. Pero la estrategia tiene límites.

La creciente fragilidad económica de algunos países latinoamericanos —varios enfrentan riesgos de impago por primera vez en décadas— reduce su apetito por nuevos préstamos, especialmente si están atados a condiciones como el uso de bienes y servicios chinos.

El panorama financiero global tampoco favorece del todo a China. De acuerdo con el informe de deuda internacional del Banco Mundial 2024, muchas economías del sur global ya no enfrentan crisis de liquidez como en el pasado. Hoy, tienen acceso a mercados de bonos y bancos comerciales, lo que obliga al yuan a competir no solo en términos políticos, sino también en rentabilidad y confianza.

Las restricciones de capital en China representan otro gran obstáculo. El régimen de Xi Jinping se resiste a liberalizar la cuenta de capital por temor a repetir los errores de Japón en los años 80 o Corea del Sur en los 90. Aun así, busca convencer al mundo de usar más yuanes asegurando su estabilidad… mientras continúa acumulando reservas en dólares.

El conflicto comercial con Estados Unidos añade otra capa de complejidad. Irónicamente, para impulsar el yuan, China necesita mantener una base sólida de dólares estadounidenses como respaldo.

A esta ecuación se suma la urgencia de Pekín por reactivar la demanda externa de sus exportaciones. Pero los datos sugieren que, más allá de los préstamos, la mayoría de los países sigue prefiriendo mantener reservas en otras monedas. Incluso los aliados más cercanos de China han incorporado el yuan de forma muy limitada en sus reservas. La excepción es Rusia, que, sancionada por la invasión de Ucrania, ha acumulado grandes cantidades de yuanes a cambio de petróleo y gas, aunque enfrenta serias dificultades para convertirlos en dólares en Hong Kong.

La realidad es clara: las transacciones globales, emisiones de deuda y reservas internacionales siguen dominadas por el dólar. Mientras el yuan no sea plenamente convertible, pocos querrán asumir el riesgo de depender de una moneda que no pueden mover libremente. A lo largo de la historia, los mercados han favorecido monedas hegemónicas por su facilidad de uso, no por afinidades políticas.

En este contexto, la pregunta clave podría no ser cuántos yuanes ofrece China, sino cuántos dólares está dispuesta a poner sobre la mesa para fortalecer sus vínculos comerciales con América Latina antes de la próxima cumbre regional, dentro de tres años. Lo más probable es que el monto supere ampliamente los 9.200 millones en yuanes, ya sea en forma de créditos a gobiernos compradores o financiamiento directo a exportadores chinos.

China, por supuesto, no es la primera en intentar destronar al dólar. Desde los años 60, Francia ha denunciado el “privilegio exorbitante” de EE. UU. por tener la moneda de reserva global. A pesar de los esfuerzos, los avances han sido modestos.

El euro ha pasado del 18% al 20% de las reservas mundiales para 2025. El yuan, que partía de cero en 2000, alcanza apenas un 2%, habiendo superado momentáneamente al dólar canadiense en 2018, solo para volver a quedar por detrás en 2023.

Pekín probablemente continuará promoviendo el uso del yuan en todos los frentes posibles, y los líderes latinoamericanos reunidos en Beijing podrían representar su mejor oportunidad a corto plazo. Sin embargo, sin un cambio profundo en la demanda global, los esfuerzos chinos seguirán encontrando resistencias. Y la posibilidad de rivalizar con el euro —y mucho menos con el dólar— parece aún lejana.

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Jhon Soto

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