José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, falleció este martes en su chacra de Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo. Tenía 89 años y desde abril de 2024 enfrentaba un cáncer de esófago que él mismo anunció públicamente en una emotiva conferencia de prensa. A comienzos de 2025, reveló que la enfermedad había hecho metástasis y dejó un mensaje de despedida: “Hasta acá llegué”, dijo entonces, pidiendo que lo dejaran pasar en paz sus últimos días.
La noticia de su muerte fue confirmada por el presidente uruguayo Yamandú Orsi, quien lo despidió con palabras sentidas: “Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho, viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”.
A pesar del deterioro de su salud, Mujica siguió recibiendo visitas de líderes, periodistas y artistas en su casa. También asistió a actos políticos y a la asunción del nuevo Parlamento, mostrando que, hasta el final, nunca se alejó del todo de la vida pública. Su último deseo fue ser enterrado en su chacra, junto a su perra de tres patas, Manuela, uno de los símbolos de su vida austera.
Nacido en Montevideo en 1935, Mujica fue guerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros en los años 60. Fue detenido por primera vez en 1964 por robar el depósito de una fábrica como parte de una operación para recaudar fondos para la organización. En los años siguientes fue arrestado en varias ocasiones, gravemente herido en una de ellas, y finalmente encarcelado de forma definitiva en 1972.
Pasó trece años en prisión, en condiciones inhumanas, durante la dictadura militar que gobernó Uruguay entre 1973 y 1985. Aislado, sin colchón ni ventilación, llegó a sufrir episodios de delirio y fue internado en el Hospital Militar. Allí, una psiquiatra recomendó permitirle leer y escribir, lo que marcó un punto de inflexión en su vida.
Con la recuperación de la democracia, Mujica fue liberado y se integró a la política institucional. Fue diputado, senador y ministro de Ganadería. En 1995 llegó al Parlamento en una modesta moto Yamaha, vestido con jeans, marcando desde el principio una forma distinta de hacer política. En 2009 fue electo presidente como candidato del Frente Amplio.
Durante su gobierno, entre 2010 y 2015, impulsó leyes progresistas como la legalización de la marihuana, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto. También buscó fortalecer la educación técnica con la creación de la Universidad Tecnológica. Aunque prometió “educación, educación y más educación”, no logró una reforma profunda del sistema educativo.
Mujica se hizo célebre fuera de Uruguay por su vida sencilla: rechazaba los lujos del poder, donaba gran parte de su sueldo, vivía en una casa rural sin custodias ostentosas y se desplazaba en un viejo Volkswagen escarabajo. Esa coherencia entre el discurso y la acción lo convirtió en un referente mundial y en una figura admirada más allá de ideologías.
Tras dejar la Presidencia, siempre fue uno de los políticos más populares del país. Aunque se especuló con su regreso como candidato, nunca volvió a postularse. Su influencia, sin embargo, se mantuvo firme en la política uruguaya hasta sus últimos días.
Su esposa, Lucía Topolansky, exvicepresidenta y compañera de vida por más de 40 años, lo acompañó hasta el final. “Eso es lo que le prometí”, dijo en una entrevista días antes de su muerte.
Pepe Mujica murió como vivió: con sencillez, rodeado de lo que amaba, y dejando una huella profunda en la historia de Uruguay y del mundo.
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