Cuando NVIDIA anunció los precios de lanzamiento de su nueva generación de tarjetas gráficas RTX 50, muchos usuarios vieron confirmados sus peores temores. El incremento respecto a generaciones anteriores supuso un golpe duro para quienes esperaban renovar sus viejas GPU. A esto se sumó el hecho de que los precios sugeridos por la compañía no fueron respetados por los ensambladores, lo que restringió aún más las opciones del consumidor.
Durante las últimas semanas, algunos modelos de la serie RTX 50 comenzaron a experimentar una baja de precios, llegando incluso a situarse por debajo del valor recomendado por NVIDIA. Sin embargo, este respiro parece haber sido momentáneo. Informes recientes provenientes de China indican un nuevo incremento que oscila entre el 10 % y el 15 %.
De acuerdo con el medio taiwanés Digitimes, NVIDIA enfrenta varios desafíos financieros. Uno de los más significativos es la pérdida de unos 5.500 millones de dólares debido a la prohibición de vender sus tarjetas gráficas —tanto para escritorio como para servidores— en China. A esto se suman los efectos de los aranceles impuestos en el marco de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Además, el traslado de parte de la producción de TSMC a Estados Unidos ha elevado los costos de fabricación. Este sobrecoste no lo asume la fundición taiwanesa, sino que se traslada a NVIDIA, y de ahí a los ensambladores, quienes a su vez lo repercuten en el precio final para el usuario.
En un intento por compensar estos impactos y mantener sus ingresos, NVIDIA ha optado por subir el precio de todos sus productos, con un alza promedio que va del 10 % al 15 %, dependiendo del modelo. Como era de esperarse, los ensambladores no están dispuestos a reducir sus márgenes de beneficio, por lo que este ajuste termina afectando directamente al consumidor final.
La situación plantea un escenario incierto para el mercado. Aunque AMD también ha aumentado ligeramente los precios, lo ha hecho con más moderación, lo que podría permitirle ganar terreno frente a NVIDIA, especialmente en el segmento de gama media. Ante esta nueva realidad, muchos usuarios podrían optar por prolongar la vida útil de sus actuales tarjetas gráficas, a la espera de tiempos más favorables.
En este contexto, las consolas, que tradicionalmente han ofrecido una alternativa más asequible para jugar, también han subido de precio. Incluso la esperada Nintendo Switch 2 no escapa a esta tendencia, lo que limita las opciones de quienes consideran migrar del PC al salón. Por unos 600 euros, es posible adquirir una consola capaz de ejecutar la mayoría de juegos sin preocuparse por actualizaciones, pero ese cambio implica renunciar a toda una biblioteca de títulos acumulados en PC.
Lo que está claro en 2025 es que jugar, ya sea en ordenador o consola, es cada vez más caro. No solo por el encarecimiento del hardware, sino también por el precio de los videojuegos, que continúa en ascenso.
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