El cónclave en el Vaticano continúa sin consenso. La mañana del jueves, una nueva fumata negra se elevó desde la chimenea de la Capilla Sixtina, señal de que las dos rondas adicionales de votación celebradas hasta entonces no arrojaron un resultado definitivo para elegir al sucesor del papa Francisco.
Ninguno de los 133 cardenales electores ha alcanzado aún los 89 votos necesarios —dos tercios del total— para ser proclamado nuevo líder de la Iglesia católica. Tras la sesión matutina, los purpurados hicieron una pausa para almorzar antes de retomar las deliberaciones por la tarde, en las que podrían realizarse hasta dos votaciones más.
Pese a la falta de acuerdo, persiste el optimismo. “Espero que esta noche, al regresar a Roma, encuentre humo blanco”, expresó el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, durante una visita a Pompeya. A sus 91 años, Re no participa en la elección —limitada a cardenales menores de 80 años—, pero sí presidió la misa previa al inicio del cónclave y confía en que se elegirá “al papa que la Iglesia y el mundo necesitan hoy”, según citó la prensa italiana.
Como ya es tradición, las cámaras de televisión del Vaticano marcan el ritmo de la expectación mundial. Cuando enfocan con insistencia la chimenea de la Capilla Sixtina, los fieles y curiosos saben que una nueva fumata es inminente. El humo blanco anuncia que hay nuevo papa; el negro, que no se ha alcanzado el consenso.
La Plaza de San Pedro se llenó nuevamente este jueves de peregrinos, periodistas y grupos escolares, muchos de los cuales participaban en actividades programadas con motivo del Año Santo, previo al fallecimiento de Francisco. Todos atentos a la señal que anuncie el fin del cónclave.
Aunque algunos cardenales habían anticipado un proceso breve, la historia sugiere lo contrario. Los cónclaves del último siglo han requerido entre tres y catorce votaciones. Juan Pablo I, electo en 1978, necesitó cuatro. Su sucesor, Juan Pablo II, fue elegido tras ocho rondas. Francisco, por su parte, se convirtió en pontífice en la quinta votación de 2013.
El nuevo proceso comenzó el miércoles por la tarde con una ceremonia cargada de simbolismo y solemnidad: sotanas rojas, juramentos en latín, cánticos ancestrales y la presencia firme de la Guardia Suiza. Con el cierre de las puertas de la Capilla Sixtina, los cardenales quedaron aislados del mundo exterior para iniciar el ritual secreto que la Iglesia ha mantenido durante siglos.
Uno de los nombres que más suenan es el del cardenal Pietro Parolin, de 70 años, quien fuera secretario de Estado del Vaticano bajo el pontificado de Francisco. Como el cardenal elector de mayor rango, lidera las sesiones del cónclave.
El mundo permanece en vilo. La elección del papa número 267 de la Iglesia católica podría estar más cerca… o aún requerir varias fumatas más.
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