La economía de Estados Unidos, que venía registrando un crecimiento envidiable, ha sufrido un brusco frenazo tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. La errática política económica y comercial del presidente ha generado un clima de desconfianza e incertidumbre que ya se refleja en los datos: el producto interior bruto (PIB) se contrajo un 0,1 % en el primer trimestre del año, según la primera estimación publicada este miércoles por la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio.
Este retroceso, el primero desde principios de 2022, contrasta con la expansión del 0,6 % registrada en el último trimestre del año pasado (2,4 % en tasa anualizada). La caída sitúa a Estados Unidos por debajo de la eurozona, que creció un 0,4 % en el mismo periodo.
La principal causa de esta contracción ha sido el fuerte aumento de las importaciones —que restan en el cálculo del PIB—, en parte impulsado por la anticipación de empresas y consumidores ante la entrada en vigor de nuevos aranceles. Solo en el primer trimestre, el déficit comercial se disparó hasta los 464.475 millones de dólares, una cifra sin precedentes que ha lastrado el crecimiento. Mientras tanto, el gasto público se redujo, lo que agudizó el impacto negativo. Por el contrario, la inversión, el consumo y las exportaciones crecieron, aunque no lo suficiente para compensar los efectos adversos.
“La caída del PIB refleja principalmente un incremento de las importaciones y una reducción del gasto público, parcialmente contrarrestados por un aumento de la inversión privada, el gasto de los hogares y las exportaciones”, detalló la Oficina de Análisis Económico.
En términos de contabilidad nacional, las importaciones de bienes crecieron a un ritmo anualizado del 50,9 %, una cifra que da cuenta del impacto que la política arancelaria ha tenido en las decisiones económicas. Sin ese lastre, la economía habría mantenido un crecimiento robusto, aunque los efectos a mediano plazo aún están por verse.
Trump había prometido reducir el déficit comercial mediante políticas proteccionistas. Sin embargo, sus medidas han producido el efecto contrario: más incertidumbre, más compras anticipadas y, en consecuencia, un aumento del desequilibrio externo.
A este panorama se suma un repunte de las expectativas de inflación. Aunque Trump ha intentado minimizar el impacto de los aranceles en los precios, la presión inflacionaria es palpable. El consumo, motor tradicional de la economía estadounidense, también se ha debilitado: su crecimiento pasó del 4 % en el último trimestre de 2024 al 1,8 % en el primero de este año.
A nivel empresarial, crecen las señales de alarma. Varias compañías han advertido que no alcanzarán sus objetivos de ventas y beneficios. Las aerolíneas reportan una disminución en las reservas de ocio, mientras que otras firmas del sector consumo anticipan una posible recesión. La Bolsa ha registrado sus peores primeros 100 días con un nuevo presidente en décadas.
Pese a todo, Trump se desentiende. “Esta es la Bolsa de Biden, no la de Trump. No tomé posesión hasta el 20 de enero”, escribió en su red social, Truth, el mismo día en que se publicaron los datos económicos. Ignorando la entrada en vigor de algunos aranceles desde febrero, insistió: “Cuando empiece el boom, será como ningún otro. ¡¡¡SEAN PACIENTES!!!”, minimizando el daño económico causado por sus propias políticas.
En su intento por buscar responsables, Trump ha apuntado contra el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, al tiempo que ha presumido de saber más que él sobre tipos de interés. La estrategia parece más bien una maniobra para desviar la atención del deterioro económico.
Durante los últimos años, la economía de EE. UU. ha demostrado una notable resistencia ante la amenaza de recesión, superando incluso las previsiones más optimistas. Pero el giro en la política económica desde el regreso de Trump ha alterado ese equilibrio.
La Reserva Federal, que tiene como mandato el control de la inflación y el pleno empleo, enfrenta ahora un escenario más complejo. La guerra comercial podría elevar los precios al tiempo que frena la creación de empleo. El propio Powell reconoció este mes que la economía “se está alejando” de los objetivos del banco central y que necesitará mayor claridad para decidir futuros movimientos en las tasas de interés. Aunque no se espera una decisión en la reunión de la próxima semana, el mercado ya anticipa un posible recorte para junio.
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