Alibaba acaba de presentar Qwen 3, su nueva familia de modelos de inteligencia artificial con capacidades de razonamiento híbrido, apenas tres meses después de que DeepSeek sacudiera el sector con su modelo R1. Lejos de ser una coincidencia, este movimiento revela una estrategia clara: las grandes tecnológicas chinas están apostando por un enfoque radicalmente distinto al de sus pares estadounidenses.
Mientras compañías como OpenAI y Google restringen sus funciones más avanzadas a usuarios de pago —20 dólares mensuales en el primer caso, o incluso más para acceso preferente—, los gigantes chinos están liberando modelos de código abierto casi sin restricciones. Gratis tanto para uso personal como comercial. No se trata de altruismo, sino de una ofensiva directa contra el modelo de negocio occidental, que cobra por el simple acceso a modelos de gran escala.
Qwen 3 llega en ocho variantes, desde versiones ligeras de apenas 600 millones de parámetros —capaces de funcionar en un dispositivo móvil— hasta un modelo colosal de 235 mil millones, comparable con GPT-4 (o3) y Gemini 2.5 Pro. Todas las versiones permiten alternar entre respuestas instantáneas y razonamientos paso a paso, una funcionalidad que OpenAI presenta como exclusiva… pero que aquí se ofrece sin coste alguno.
Este podría ser el “momento Linux” de la inteligencia artificial. China no está interesada en construir jardines vallados, sino en dinamitar la lógica comercial que sustenta a las grandes tecnológicas estadounidenses. Cada nuevo modelo abierto que se acerca al rendimiento de los sistemas propietarios erosiona su valor percibido. La pregunta es inevitable: ¿por qué pagar una suscripción mensual por ChatGPT si puedes instalar Qwen 3 y obtener resultados similares sin pagar un centavo?
La presión sobre OpenAI, Google o Anthropic aumenta con cada avance asiático. El propio Marc Benioff lo expresó con claridad tras el impacto de DeepSeek: “Los modelos y la interfaz ya son commodities; el valor está en los datos”. Y mientras Silicon Valley aún debate esta premisa, China ya la ha adoptado.
La visión es clara: los modelos fundacionales se convertirán en una infraestructura más, como el agua o la electricidad. El negocio estará en las aplicaciones, en los datos que las alimentan y en su personalización. No sorprende que Alibaba destaque con orgullo que Qwen ya acumula más de 100.000 derivados, superando incluso a los modelos basados en LLaMA.
Silicon Valley se enfrenta a un dilema: mantener su modelo cerrado con el riesgo de volverse irrelevante, o abrirse y renunciar a ingresos en el corto plazo. La paradoja es evidente: el libre mercado está siendo desafiado por empresas chinas que promueven el código abierto como bandera.
Mientras Elon Musk acelera con Grok 3.5 y OpenAI insiste en su modelo de suscripción, China avanza sin freno: más potencia, menos coste y una promesa implícita de que, muy pronto, pagar por IA será tan impensable como pagar por un sistema operativo.
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